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Faber est suae quisque fortunae

Iglesia de Santa María de Iguácel (I). Historia y Arquitectura

La iglesia de Santa María de Iguácel está situada al norte de Jaca (Huesca), a unos 18 km. por la carretera de Canfranc, tomando la desviación hacia ella en Castiello de Jaca.

La difícil situación de su emplazamiento geográfico, en una zona pirenaica de escasa habitabilidad, entre bosques, en lo alto del valle de la Garcipollera[1], ha hecho que permaneciese casi intacta, si bien a lo largo de los años ha sido afectada por lluvias, deshielos y frecuentes inundaciones, lo que ha provocado la necesidad, a lo largo de su historia, de sucesivos arreglos y restauraciones efectuadas por quienes no renunciaban a utilizar el edificio para lo que había sido concebido: templo y refugio de los que quisieran en aquel escondido lugar rendir culto a Santa María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Iguácel.

La iglesia, de estilo románico, se levanta, hoy solitaria, en la margen derecha de un arroyo de montaña que desde hace 10 años tiene un pequeño puente para cruzarlo, hasta donde llega una pista forestal, de tierra en sus últimos 4 Km., que proviene de Castiello de Jaca, pasando por Bescós de Garcipollera.

Las diversas opiniones de los especialistas, a pesar de sus discrepancias, han concluido en señalar la importancia de este monumento románico de la segunda mitad del siglo XI al que una destacada y clara inscripción en su portada principal proporciona la fecha de su terminación arquitectónica, 1072, y los nombres de sus mecenas, el conde Sancho y su esposa doña Urraca, y otra inscripción menor, situada en la cara lateral donde termina la anterior, con el nombre del escriba del texto, Azenar, y el posible autor de sus esculturas, Galindo Garcés, las cuales habrían sido incorporadas al edificio algunos años después.[2]

Este conde, que gobernó las tenencias de Boltaña, Atarés y Sos, y que fue ayo del futuro rey Sancho Ramírez, recibió de sus padres un ingente patrimonio, entre el cuál se encontraba una iglesia dedicada a Santa María en este lugar, que él reconstruyó junto a su mujer, por lo que según algunos textos, esta primigenia construcción dataría de mitad del siglo XI. [3]

Se sabe que sus propietarios, el conde Sancho y su esposa doña Urraca, con motivo de la consagración de la nueva iglesia del monasterio benedictino de San Juan de la Peña en 1080, la legaron a este monasterio, cuyos monjes la convirtieron en priorato dependiente de esta abadía benedictina,[4] lo que se mantuvo hasta comienzos del siglo XIII. El primer prior que hubo en Santa María de Iguácel, fue Lupo, al que sustituyó en 1092, Fortuño. En 1094, Pedro Sánchez, hijo del conde constructor de la iglesia concedía aceite y cera para iluminar la capilla durante la Cuaresma mientras viviera.[5]

En 1203 el rey Pedro II de Aragón, deseoso de establecer en su reino una abadía cisterciense femenina, adquiría de los monjes de San Juan de la Peña el monasterio de Santa María de Iguácel, a cambio de dar en compensación el monasterio de San Juan de Matidero, con sus pertenencias. A Iguácel acudieron monjas del monasterio bernardo de Morimond (Haute-Marne), bajo la autoridad del propio abad, don Enrique. El rey Pedro II otorgó a la nueva fundación, entre otros bienes, el heredamiento de Cambrón, junto a Sádaba, en la provincia de Zaragoza. En Iguácel las monjas no permanecieron mucho tiempo. Así, en 1213, motivadas por los rigores del clima invernal y la soledad del lugar, decidieron trasladarse a tierras más meridionales y mejor comunicadas, fijando su nueva residencia en Cambrón para pasar a ser tuteladas por otra comunidad masculina, la del monasterio de Santa María de Veruela (Zaragoza), [6] y finalmente aposentarse en la casa de la Orden en Santa Lucía de Zaragoza [7].

Desde 1245 Iguácel aparece como iglesia propia de San Juan de la Peña uniendo su biografía de nuevo a la del cenobio pinatense.

A partir del siglo XIV las noticias sobre la historia de Santa María de Iguácel, son escasas, y solo cabe destacar las pinturas murales góticas que en el segundo cuarto del siglo XV se añaden en la cabecera y gran parte de los muros de la nave.[8] Hoy día solo se pueden contemplar las pinturas que han quedado en la cabecera, pues el resto ha desaparecido.

En 1976, D. Antonio Almagro Gorbea, se hace cargo de la restauración de Santa María de Iguácel, la cual tras una difícil y delicada reconstrucción termina en 1983. "A mitad del siglo XIX, con un presupuesto muy limitado y pocos medios se efectuó una restauración que al menos permitió seguir usando la iglesia que debía encontrarse en lamentable estado".[9]

Actualmente mantiene un buen aspecto de conservación, aunque denota algunas humedades a nivel del suelo.

La iglesia es de una sola nave, con una planta sencilla, se distinguen en ella tres volúmenes diferenciados: la nave, el ábside y la torre.

Exteriormente la nave forma un cuerpo de planta rectangular con cubierta a dos aguas. Los paramentos son lisos, sin apenas decoración salvo en los escasos huecos que perforan los muros. Estos se han construido con un aparejo de piedras regulares, sin apenas labra, con proporción apaisada, típico de la arquitectura románica de la zona que utiliza piedras provenientes de una misma cantera. En determinados elementos, sobre todo en dovelas de arcos, se utiliza piedra toba, más porosa y frágil, pero mucho menos pesada.

En la fachada oeste, que es la más estrecha, se abre la puerta principal dentro de un cuerpo saliente formado por una doble arquivolta que acompaña al arco de entrada. La arquivolta exterior se apoya directamente en las pilastras extremas del cuerpo saliente y su arco es de sección recta con una moldura o guardapolvo decorado con billetes. La arquivolta interior se apoya en dos columnas y su arco tiene sección en forma de baquetón, acompañado por dos baquetones menores. El arco de la puerta, de medio punto y 1,90 m. de luz, está orlado por una moldura decorada con palmetas. Tanto las arquivoltas como el arco de la puerta apoyan en una imposta decorada con palmetas similares a las del arco interior. La imposta recorre todo el cuerpo saliente de la portada incluso en los laterales exteriores y las jambas de la puerta.

Fachadas Occidental y Sur, y la Portada Occidental, adelantada a la fachada con el tejaroz que la cubre, sostenido por canecillos de diversa índole.

Las dos columnas de la arquivolta interior tienen capiteles decorados y apoyan en dos basas clásicas de escocia muy exagerada donde se halla esculpido el cuerpo de un animal. Ambas columnas se asientan en un banco que forma cuerpo con las pilastras extremas del saliente de la fachada. El arco de la puerta tiene bajo la imposta dos capiteles de pilastra con decoración de toscas palmetas tanto en la cara exterior como en las jambas.

A mitad de altura entre la imposta ya mencionada y la cornisa del tejaroz de este cuerpo saliente, en que remata la fachada, corre otra moldura similar a la imposta anteriormente indicada que da vuelta por los lados y viene a entroncar con la moldura con billetes más extrema de la arquivolta exterior. Por encima de la clave de esta moldura y hasta la cornisa hay dos hiladas de piedras bien labradas. En la de más arriba, que tiene más altura, hay una inscripción en dos líneas que constituye uno de los elementos más interesantes de esta iglesia.

Su transcripción es ésta:

HEC EST PORTA DOMINI VNDE INGREDIVNTVR FIDELES IN DOMVN DOMINI QVE EST ECGLESIA IN HONORE SANCTE MARIE FVNDATA. IUSSU SANCTIONI COMITIS EST FABRICATA / VNA CVM SVA CONIVGE NOMINE VRRACA. IN ERA T CENTESIMA X EST EXPICITA. REGNANTE REGE SANTIO RAMIRIÇ IN ARAGONE QVI POSVIT PRO SVA ANIMA IN HONORE SANCTE MARIE. VILLA NOMINE LARROSSA UT DET EI DOMINUS REQVIEM AETERNAM AMEN.

En el lateral derecho del saliente de la fachada aún sigue la inscripción con estas dos líneas:

SCRITOR HARVM LITTERARVM NOMINE AÇENAR

MAGISTER HARUM PICTURARVM NOMINE GALINDO GARCES

La traducción de la inscripción es la siguiente:

"Esta es la puerta del Señor por donde entran los fieles en la casa del Señor, que es la Iglesia fundada en honor de Santa María. Se construyó por orden del conde Sancho, junto con su esposa llamada Urraca. Se terminó en la era 1110 (año 1072) reinando el rey Sancho Ramírez en Aragón quien donó en bien de su alma en honor de Santa María la villa llamada Larrosa, para que el Señor le de el descanso eterno, amén".

"El escritor de estas letras, de nombre Azenar. El maestro de estas pinturas (esculturas?) de nombre Galindo Garcés".[10]

Se puede comprobar que la inscripción, y casi toda la decoración no debió realizarse en la misma obra ya que hay una apreciable diferencia de longitud entre la inscripción y el ancho del saliente de la fachada en que fue colocada. Esta diferencia fue corregida de manera muy burda intercalando pequeñas lajas de piedra entre los sillares 2 y 3 y entre el 4 y 5.

Inscripción de fundación de la Iglesia bajo el tejaroz

Encima de la inscripción hay un tejaroz con cornisa de billetes sostenida por once canecillos decorados. Las cobijas entre los canes tienen decoración a base de rosetas. Por encima del tejaroz suben con los extremos del saliente de la fachada, dos contrafuertes que enmarcan una ventana de medio punto con una arquivolta sostenida por dos columnas. Es la ventana de mayor tamaño de la iglesia y se encuentra descentrada con la puerta inferior y por tanto con el eje de la nave. El arco de la arquivolta arranca de una impronta que corre por todo el ancho entre los dos contrafuertes, esta imposta de sección abiselada tiene decoración de palmetas, solo en las piedras de encima de los capiteles.

La fachada sur es de mampostería bastante tosca, a base de sillarejos con hiladas que no siempre son horizontales, es prácticamente lisa y sólo presenta dos ventanas y una puerta. La puerta que hoy se ve es la original, es de arco de medio punto, lisa y sin decoración, descentrada de la fachada y situada cerca del ábside. En el centro de esta fachada se adivina otra puerta, que se abrió en la restauración de 1850, y que se tapió en la restauración de 1976-1983, para dejar la fachada como estaba en origen.

Las dos ventanas de esta fachada tienen un interés especial por la composición donde se sitúan. Colocadas a 4,70 m. del suelo, están abocinadas hacia el interior y tienen una arquivolta exterior sobre columnas. Éstas tienen capiteles decorados y basas clásicas de escocia muy exagerada. Los arcos de la arquivolta son lisos y apoyan en una imposta abiselada como todas las del monumento, decorada con palmetas en las piedras situadas encima de los capiteles.

Esta imposta se prolonga tanto entre las dos ventanas como en las zonas extremas en las que da un quiebro subiendo hacia arriba, a dos metros vuelve a dar otro quiebro y luego se escalona formando dos escalones que se unen con una línea horizontal de manera que forme un alfiz. Este alfiz constituye algo muy raro en el románico y parece ser una influencia mozárabe.

Fachada Sur

La fachada norte es totalmente ciega y a ella se adosa la torre, de planta cuadrada. La cara oeste de la torre sólo presenta una tronera con arco de medio punto. La cara norte de la misma, es ciega y en la cara este hay dos ventanas, la inferior con doble abocinado, hacia el exterior y el interior, y la superior con un pequeño arco de medio punto. En la cara sur, por encima del tejado de la iglesia hay una aspillera que da luz a una escalera que subía a un cuerpo hoy desaparecido. Toda la torre, al igual que el resto de la iglesia, presenta mechinales de los andamios de construcción.

La nave tiene alrededor una cornisa semejante a la que tienen el ábside y el tejaroz de la fachada principal, se colocó en la restauración de 1976-83, con fábrica de hormigón abujardado y con canecillos sin decorar, pues carecía en origen de ella.

El ábside es de planta ligeramente semicircular, entroncándose con la nave por medio de un machón saliente en el lado sur, que en el norte toma mayor volumen pues alberga en la parte superior una escalera de caracol de acceso al piso alto de la torre. Otras dos pilastras adosadas dividen la superficie exterior del ábside en tres paños, en el centro de cada uno de los cuales se abre una ventana. El paño central es más grande que los laterales. Las ventanas, abocinadas hacia el interior, tienen una arquivolta apoyada en dos columnas con capitel y basa. Estas arquivoltas a la altura del apoyo en la columna, tienen una imposta que corre a los largo de todo el ábside interrumpida solamente por las ventanas y las pilastras. El ábside tiene una cornisa con billetes sostenida por canecillos decorados, construido todo ello con piedra arenisca distinta a la utilizada en el resto de la construcción. La cubierta exterior es de lajas de piedra colocadas a la manera tradicional.

Fachadas Oriental y Norte con la torre

Al interior, la iglesia es de una sencillez mayor si cabe que en su exterior. La nave, única, se cubre con armadura de madera que soporta la cubierta a dos aguas. Los muros interiores son lisos y las ventanas no presentan ornamentación alguna hacia el interior. Las ventanas del lado sur se abren con un arco arquitrabado. La ventana occidental, descentrada con respecto al eje de la nave, como ya se ha apuntado, presenta nada más que el sencillo arco de medio punto. La puerta principal presenta también un arco de medio punto de más altura que el que forma propiamente la puerta, lo cual permite alojar las hojas articuladas de ésta en goznes de hierro recibidos a la pared. Solución similar tiene la puerta meridional, pero con el arco interior semejante al exterior, seguramente esta puerta comunicaba con otra dependencia hoy desaparecida. En el muro norte hay una puerta situada casi enfrente de la meridional que es de forma similar a ésta y da acceso a la torre.

El pavimento de la nave está realizado con cantos rodados alargados, que forma líneas dibujando cuadrados concéntricos dispuestos diagonalmente a la dirección de la nave. Es curioso que este dibujo esté también descentrado respecto al eje de la nave, pero en este caso en dirección contraria a como lo está la ventana del lado occidental.

Lo más destacado del interior es el ábside, algo más estrecho que la nave, el cual se comunica con ella a través de un arco algo más ancho, de poco más de un metro de profundidad. El suelo del presbiterio está tres peldaños más alto que el de la nave. Se cubre el ábside con una bóveda de horno hecha de sillarejos como el resto de la iglesia. El muro del ábside presenta dos bandas horizontales. La inferior es lisa y remata en una imposta abiselada. La banda superior tiene cinco arcos ciegos soportados por columnas exentas con capiteles decorados. En el centro de los tres arcos impares se abrían ventanas, hoy tapiadas y cubiertas por una decoración pictórica de época gótica. Una imposta en lo alto sirve de arranque de la bóveda.

La torre es de planta cuadrada y se accede a ella por la puerta situada en el lateral izquierdo de la nave. Interiormente presenta dos espacios superpuestos. El inferior, que tiene casi tanta altura como la nave, se cubre con una bóveda de medio cañón de eje perpendicular al de la nave. Tiene una escalera de cuatro tramos sostenida por bóvedas que cabalgan a lo largo de los muros y que dejan un hueco central. La escalera carece de barandilla. Dos huecos iluminan este espacio. Uno hacia el este, que es una ventana con doble derrame y muy estrecha, y otro hacia el oeste, con forma de medio círculo y abocinado al interior. La escalera termina en el ángulo sureste, en donde se aloja otra escalera, esta vez de caracol que ocupa el espesor del muro con un desarrollo de solo tres cuartos de círculo, y por la que se sube a la estancia superior, de menor altura que la inferior. Está cubierta con otra bóveda de medio cañón en dirección perpendicular a la anterior. Se ilumina esta estancia con dos huecos: una aspillera hacia el oeste y una ventana con arco de medio punto hacia el este. En el ángulo suroeste, a la altura del arranque de bóveda, se inicia otra escalera, alojada en el espesor del muro meridional de la torre por la que se subía a un tercer piso hoy desaparecido. Debió de ser, sin duda, un cuerpo de campanas. La torre está cubierta con lajas de piedra, a cuatro aguas, sin alero.


Bibliografía

[1] El lugar se llamó antiguamente «Iguazar» o «Ibozar» y el valle en el que se asienta, llamado de "La Garcipollera" es una deformación del topónimo medieval "Vallis Cepollaria", es decir, "Valle de las cebollas". Lacarra Ducay, M.C., Las pinturas murales góticas de Santa María de Iguácel (Huesca), Anales de la Historia del Arte nº 4, Madrid, 1974. p. 606

[2] Durán Gudiol, A., Las inscripciones medievales de la provincia de Huesca, en: Estudios de la Edad Media de la Corona de Aragón, VIII, 1967. pp. 32-34, y Almagro Gorbea, A., Revista Artigrama, Nº. 6-7, 1989-1990. p. 53.

[3] Canellas López, A. y San Vicente, A., Aragón. Volumen 4 de la serie La España Románica, Ed. Encuentro, 1979. p. 155

[4] "Durante los siglos XI y XII el priorato funcionó como cualquier otro. Recibió donaciones, compraría quizás algunos bienes, se atenderían las iglesias que dependerían de él, y con seguridad, se explotaron sus bienes con el sistema de treudos", en: Lapeña Paul, A.I., El Monasterio de San Juan de la Peña en la Edad Media (Desde sus orígenes hasta 1410), Zaragoza. 1989, "El priorato de Santa María de Iguacel", pp. 300-301.

[5] Almagro Gorbea, A., Restauraciones en el Románico oscense: La iglesia de Santa María de Iguácel. Artigrama, Nº. 6-7, 1989-1990. p. 52.

[6] Las monjas permanecieron en Cambrón hasta 1588, a excepción de una breve estancia de las religiosas en el convento de Santa María de Fuera de Huesca, entre 1454 y 1473. Después de esa fecha se establecieron definitivamente en el monasterio de Santa Lucía la Real de Zaragoza. Martínez Buenaga, I., El monasterio cisterciense femenino de Cambrón, en: El Cister, ordenes religiosas zaragozanas, Zaragoza, 1973, pp. 183-188.

[7] Canellas López, A. y San Vicente, A., Aragón. Volumen 4 de la serie La España Románica, Ed. Encuentro, 1979. p. 155

[8] "Es prácticamente seguro que toda la iglesia estuvo recubierta en su interior por decoración pictórica". Almagro Gorbea, A, Restauraciones en el Románico oscense: La iglesia de Santa María de Iguácel. Revista Artigrama, Nº. 6-7, 1989-1990. p. 62.

[9] Almagro Gorbea, A., Restauraciones en el Románico oscense: La iglesia de Santa María de Iguácel. Revista Artigrama, Nº. 6-7, 1989-1990. p. 58.

[10] Durán Gudiol, A., Las inscripciones medievales de la provincia de Huesca, en: Estudios de la Edad Media de la Corona de Aragón, VIII, 1967. pp. 32-34, y Almagro Gorbea, A., Revista Artigrama, Nº. 6-7, 1989-1990. p. 53.


Publicado en Septiembre de 2021  © Ramón Muñoz López