Artículos de Arte

Faber est suae quisque fortunae

El Reino de Nepal: Historia, Religión y Sociedad

A finales del siglo XV, la situación política en el valle de Kathmandu era complicada; el imperio de los reyes Malla ya estaba dividido en tres reinos-estado.

Desde principios del siglo XIII, los Malla controlaban el valle de Kathmandu. Los reyes gobernaban esta pequeña porción de tierra con un poder omnimodo y con el conocimiento de las necesidades culturales del pueblo. Durante su reinado, la familia real estimuló el arte religioso, dio dinero para la construcción de templos y santuarios, promovió el teatro, la danza, la música, la literatura y el arte pictórico. Fue el comienzo de una época de florecimiento del arte nepalí. Los bronces, las esculturas, las tallas de madera y las pinturas de este periodo se realizaron con gran calidad artística.

En 1482 la lucha por el poder entre los descendientes del rey Yakşamalla provocó la disolución del reino. El valle quedó dividido en tres pequeños reinos-estado, las ciudades de Kathmandu, Patan y Bhaktapur, existieron de forma independiente durante casi tres siglos. La rivalidad mutua entre los reyes Malla de estas ciudades se manifestó en los encargos de obras de defensa, fortalezas y murallas, así como en la promoción del arte. Para impresionar a los reyes vecinos, se erigieron estatuas de dioses y de la realeza en las plazas de las ciudades y se construyeron templos y monasterios muy decorados en casi todas las calles. Las obras de arte menores, especialmente los bronces, se fabricaron por millares en este periodo. Durante mucho tiempo se mantuvo la alta calidad, pero poco a poco fue decayendo. Las imágenes se volvieron más toscas y perdieron la antigua expresión artística. La pérdida de calidad se debió probablemente a la sobreproducción y al consiguiente trabajo rutinario.

Durbar Square de Bhaktapur, Nepal

Durbar Square de Patan, Nepal

Las pequeñas guerras entre los tres reinos disminuyeron su poder, y en el año 1768 Prithvinarayan Shah, un rey gurkha procedente de los estados de las colinas, se hizo con el poder en el valle de Kathmandu. Prithvinarayan y sus sucesores, los reyes Shah, reunificaron el valle en un solo reino; conquistaron los estados montañosos circundantes y extendieron su poder aún más hasta alcanzar las fronteras del actual Nepal a principios del siglo XIX. Los shahs mantuvieron las tradiciones, protegieron la literatura y el arte, reconstruyeron y conservaron los templos.

En el siglo XIX, el verdadero poder llegó de manos de los Ranas, ministros de los reyes Shah. Los Ranas suprimieron las tradiciones locales de varias maneras y aislaron a la población del valle prohibiendo a los extranjeros visitar el país. Esta situación no cambió hasta 1951, cuando, en el reinado del rey Tribhuvan Vikram Shah, Nepal se abrió al mundo exterior.

Izq.: Estatua de Yogendra Malla en Durbar Square, Patan, Nepal                                                             Drcha: Templos hindúes y stūpa budista en la colina de Swayambhunath, Kathmandu, Nepal

Tradicionalmente, los seguidores del hinduismo y del budismo vivían por igual en el valle. Convivían pacíficamente adorando a sus respectivas deidades. Desde el siglo IX, estas dos religiones se vieron influidas por la deriva tántrica, y se añadieron nuevas divinidades tántricas a ambos panteones. Las deidades antiguas y nuevas se incorporaron a los rituales tántricos. Se describieron en la literatura de esta nueva influencia religiosa y se representaron cada vez más en el arte. Sus apariciones a menudo pretendían ser aterradoras. Este efecto se lograba mediante las descripciones y representaciones de muchos ornamentos e instrumentos terribles, por ejemplo, guirnaldas y copas hechas de cráneos y cabezas cortadas. A veces, estos rasgos tántricos llegaban a ser tan abrumadores que las características originales de los antiguos dioses apenas eran ya reconocibles.

Los Mallas eran hindúes. Sin embargo, protegieron y beneficiaron tanto el arte hindú como el budista. No obstante, a lo largo del reinado de los Mallas, su propia religión, el hinduismo, se hizo cada vez más dominante, y por su influencia Nepal se hizo más claramente hindú. Cada una de las tres ciudades en las que gobernaban había conservado su propio carácter religioso. Bhaktapur era principalmente una ciudad hindú. La mayoría de sus habitantes eran hindúes y los templos estaban construidos para deidades hindúes y decorados con imágenes hindúes. En Patan, en cambio, el budismo era el más favorecido. Aquí se encontraban monasterios budistas en casi todas las calles y los monjes y laicos budistas se educaban en estos edificios. Muchas familias de orfebres y broncistas estaban firmemente establecidas aquí, producían las imágenes de las numerosas deidades budistas necesarias para los rituales. En cambio, en Kathmandu estaban presentes las dos religiones. En esta ciudad, la más grande del valle, tenían cabida tanto el hinduismo como el budismo, pero ninguna de las dos dominaba la vida religiosa y el arte.

Estatua en bronce de Vajrapani y pintura mural con Avalokiteshvara y Padmasambhava en la Gompa de Bodhnath, Kathmandu, Nepal

Los palacios y templos encargados por los Mallas siguen siendo los ejemplos más destacados del arte nepalí. Todos están construidos siguiendo la misma tradición y tienen muchos detalles en común: los muros suelen ser de ladrillo rojo alternado con vigas de madera. Muchos templos tienen dos, tres, cuatro o incluso cinco techos superpuestos, por ello, estos templos son conocidos como templos pagoda. Los tejados se apoyan en numerosos puntales de madera. Estos puntales, así como los marcos de las puertas y ventanas de los palacios y templos, están siempre decorados con tallas de deidades, seres humanos, animales o diseños ornamentales. Los dioses representados en los templos se elegían en función de la deidad principal que presidía el interior. Un templo hindú se cubría con tallas de deidades hindúes y normalmente con figuras directamente relacionadas con el dios principal, en cambio en un monasterio budista, se decoraba con deidades budistas que casi siempre eran las mismas. Las figuras de madera solían estar pintadas con colores llamativos según la tradición literaria o local. La calidad con la que se esculpían las deidades más antiguas se ha perdido por los cambios realizados en el período posterior de los tres reinos y durante el reinado de los Shahs. La actitud graciosa de las deidades se volvió rígida y las expresiones faciales perdieron su sentido.

Casa-templo de Ṥiva y Pārvātī , Kathmandu, Nepal   

Templo de Nyatapola en Bhaktapur, Nepal

Originalmente, la mayoría de los habitantes del valle de Kathmandu eran newaris. La lengua de ellos, el newari, es de origen tibetano-birmano. Sin embargo, está muy influenciado por el sánscrito, que se hablaba en la corte y por las élites newaris y, también, por algunas otras lenguas indoarias. Los manuscritos más antiguos escritos en newari, fechados a mediados del siglo XIV, son traducciones de literatura sánscrita y comentarios de textos sánscritos. En siglos posteriores, se trataron muchos otros temas en los miles de manuscritos newaris. El número de textos sobre rituales, la mayoría de ellos tántricos, es particularmente grande. Estos manuales para la realización de los rituales eran casi todos bilingües, es decir, sánscrito-newari. Contienen instrucciones para los sacrificios, para la construcción de las casas e imágenes, para las danzas, la música, el teatro y para la adoración de las deidades. No se trata en absoluto de literatura, pero son valiosos para la comprensión de la sociedad newari.

Los Newari eran principalmente granjeros y artesanos. La vida comunitaria de los newaris estaba muy bien desarrollada. Vivían todos juntos en los pueblos y aldeas, y había asociaciones (guthi) encargadas de la ejecución de todo tipo de asuntos generales y de la preparación de ocasiones especiales. Los miembros de las guthi eran responsables del mantenimiento de los templos, santuarios y de las fiestas, funerales y otros actos religiosos.

La estructura social de la sociedad newari se adaptó sólo en parte al ejemplo indio. Las dos clases más altas, los Brahmān y los Ksatriyas, estaban representadas por los sacerdotes y los reyes. Las otras dos clases Indias, los Vaiśyas y los Śūdras, no existían en el valle de Kathmandu. En cambio, había muchas subclases, hasta 64, formadas por ocupaciones. Todo tipo de artesanos newari figuraban en esta larga lista. Su posición relativa estaba sujeta al tipo de ocupación que ejercían. Los escultores estaban generalmente en la cima, luego seguían los talladores de madera, los orfebres y los trabajadores del bronce y aún más abajo los pintores.

Puerta de Oro del Palacio Real de Bhaktapur, Nepal

Por un lado, los mecenas de los artesanos newari eran las familias reales, tanto Mallas como Shahs, y las élites newari, especialmente, los comerciantes ricos. Una familia de artistas podía tener estrechos vínculos con los propietarios reales o con los guthi de un monasterio o templo a lo largo de muchas generaciones. Una y otra vez se les encomendaba la tarea de conservar, reconstruir o repintar el mismo monumento religioso. Para estos grandes encargos, los artesanos se desplazaban a otros lugares del valle para trabajar allí durante algún tiempo en la conservación y decoración de un templo o edificio secular. Por otro lado, los artesanos también solían recibir encargos menores de los vecinos menos pudientes o de las guthi locales.

Todos los artesanos necesitaban aprender de la tradición para su trabajo. Lo común, era que las instrucciones que les daban oralmente sus padres en su juventud y las que luego les daban más tarde otros artesanos, se grabaran profundamente en su memoria. Pero también utilizaban manuales escritos y, muy a menudo, libros de modelos que contenían dibujos con o sin explicaciones escritas. Estos últimos manuscritos, en particular, eran el material de partida de muchos artesanos que trabajaban en el valle de Kathmandu.

Bibliografía

Blom, M.L.B., Depicted Deities: Painters' Model Books in Nepal, Egbert Forsten Publishing, Groningen, 1989

Publicado en Junio de 2021  © Ramón Muñoz López