Artículos de Arte

Faber est suae quisque fortunae

La Sainte-Chapelle (II): Programa Iconográfico

Se describen las vidrieras de la Sainte-Chapelle comenzado por la ventana más próxima de la fachada Norte (ventanal O), siguiendo alrededor del edificio para finalizar en la ventana más próxima de la fachada Sur (ventanal A). Este programa iconográfico es un programa "narrativo" o "histórico", siguiendo el orden de la Biblia desde el Génesis hasta los Libros de los Reyes (a excepción de la cabecera, reservada a Cristo y los dos San Juan), y completada por un hecho local, como es la Traslación de las Reliquias.

Hay en este conjunto varias partes o "ciclos". El primero, es el "ciclo histórico" de la Biblia, que se sigue en las ventanas laterales, tanto al Norte como al Sur, y en los dos ventanales extremos de la cabecera. Este ciclo está de acuerdo al orden de los textos del Antiguo Testamento únicamente en las ventanas del lado Norte, así tenemos: 1º, en el ventanal O, el Génesis; 2º, en el ventanal N, el Éxodo (con la Historia de José, tomada del Génesis, en lo alto); 3º, en el ventanal M, los Libros Levítico y Números; 4º, en el ventanal L, el Deuteronomio y Libro de Josué (con la Historia de Ruth, en lo alto, que no es su lugar lógico); 5º, en el ventanal K, el Libro de los Jueces. En el lado Sur, el ciclo se retoma en el ventanal E, simétrico al ventanal K, donde fue interrumpido. Así, vemos sucesivamente de Este a Oeste: 1º, en el ventanal E (lanceta derecha), el Libro de Tobías; 2º, en el ventanal D, los Libros de Judith y Job; 3º, en el ventanal C, el Libro de Esther; 4º, en el ventanal B, los Libros de los Reyes (sobre todo la Historia de David, que ocupa la mayor parte de la vidriera). Se observará que el orden de sucesión de los libros, tal y como era en las Biblias del siglo XIII, no es del todo respetado; pues el orden correcto hubiese sido: Reyes, Tobías, Judith y Esther. En este orden solo el libro de los Reyes está desplazado de su correcta posición.

Vidrieras de la Iglesia de la Sainte Chapelle, siglo XIII, París

Arriba, Ventanal N-140, "Moises puesto en las aguas" Exodo II 3-4

Al lado,  Ventanal C, Libro de Judith

Un segundo ciclo iconográfico, referido a Cristo, está repartido entre las ventanas de la cabecera; en el centro, el ventanal H, con la Pasión de Cristo y la Resurrección, y en el ventanal I (lanceta derecha), la Infancia de Cristo; enmarcadas ambas por las vidas de San Juan Evangelista (ventanal I -lanceta izquierda-) y de San Juan Bautista (ventanal G -lanceta izquierda-), y todo ello rodeado por ilustraciones de las profecías de Isaías (ventanal J -lanceta izquierda-), de Daniel (ventanal G -lanceta derecha-), Ezequiel (ventanal F) y Jeremías (ventanal E -lanceta izquierda-). El Árbol de Jessé (ventanal J -lanceta derecha-) aparece justamente en este entorno profético; pues se halla como complemento de la ventana de Isaías, ya que esa fue la visión del Profeta.

El rosetón occidental, que es muy posterior a las vidrieras, de 1485, lleva un Apocalipsis, según San Juan, y aparece estrechamente ligado en su iconografía a este programa general, inspirado en las Escrituras. La excepción de este programa religioso es lo acaecido en el ventanal A, el cual, se convierte en un programa profano que se dedica a glorificar las Reliquias de la Pasión y relata su transporte a París.

El sentido general de este programa puede ser definido como la historia de la Redención que surge del Antiguo Testamento y se une a él por la palabra de los Profetas; a la historia de la Primera Venida de Cristo en la cabecera, se responde con la profecía de su Segunda Venida, en la fachada contraria (el rosetón). Es por consiguiente inexacta la explicación de aquellos que ven a la Sainte-Chapelle como "una simple narración".

Es evidente que hay un juego muy complejo de comparaciones temáticas entre los sujetos sacros, así tenemos, cómo el emplazamiento de las vidrieras de San Juan Evangelista y de San Juan Bautista es un ejemplo de ello. La explicación a veces es litúrgica, y otras, teológica. Lo cierto es que la Iglesia une a la infancia de Cristo la memoria de su discípulo bien amado, por tanto, la reunión de la vida de San Juan Evangelista con la infancia de Cristo en la misma vidriera puede justificarse por el lugar que da la Iglesia a la fiesta del santo (27 de diciembre) que se encuentra entre la Navidad (25 de Diciembre) y la fiesta de los Santos Inocentes (28 de diciembre). La vidriera de San Juan Bautista evoca probablemente la presencia en la capilla de una reliquia de este santo, su occipucio. Pero al mismo tiempo, la narración de su vida, parte integrante del Evangelio de San Mateo, es de alguna forma el complemento de la vida de Cristo, comportando escenas de Testimonio y del Bautismo; es pues lógico, encontrar estas escenas simétricamente a la infancia, justo al lado de la Pasión. Otra explicación, más profunda, es la que indica al Bautista como el Precursor, el "último de los anunciadores", así como el Evangelista es el "primero de los testigos" y profeta de la Segunda Venida de Cristo.

La lectura de todas las ventanas de cuatro lancetas, excepto la A, y las ventanas de 2 lancetas K, H y F, sigue el orden habitual del s. XIII, de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba; sin embargo, el ventanal K ofrece una variante notable de esta disposición: las escenas se siguen por grupos de cuatro paneles constituyendo dos escenas superpuestas. Las ventanas de 2 lancetas de la cabecera J, I, G y E, se leen por cada lanceta de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba. La única excepción es el ventanal A, que por su disposición es el único leído en bustrofedón. El orden de lectura del rosetón occidental, es bastante complejo, pues se lee desde el centro hacia afuera por grupos de corazones comenzando por el superior hacia la derecha hasta completar el círculo.

Bibliografía

Aubert M., Verrier J., Grodecki L. y Lafond J., Corpus Vitrearum Medii Aevi - Les vitraux de Notre Dame et de la Sainte-Chapelle de París, CNRS Editions, 1959, París

Artículo publicado en Junio de 2015 en la Revista Digital "Qué Aprendemos Hoy".

© Ramón Muñoz López